El politólogo Andrés Malamud brindó una charla en la Universidad Nacional de Mar del Plata y ahondó sobre la crisis que atraviesa el país y su relación con el resto del mundo.
El paso del politólogo Andrés Malamud por Mar del Plata dio mucho que hablar. Además de despertar el interés de los cerca de 900 empresarios que se dieron cita en el 54° Coloquio de IDEA, que escucharon atentos su intervención en el panel de intelectuales “Pensando Argentina”, el reconocido catedrático brindó una charla en la Universidad Nacional de Mar del Plata en la que ahondó en una problemática tan real como inquietante: la imposibilidad de sostener la soberanía y la democracia en tiempos de hiperglobalización.
Ante una Aula Magna de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales repleta, y en el marco del lanzamiento de la nueva Escuela de Gobierno y Administración Pública , Malamud aseguró que “Argentina no está decarriada, sino que es así hace mucho tiempo” y explicó que el gran problema del país es de “accountability” (responsabilidad, en inglés).
Voto económico
¿Por qué tenemos un país con problemas de responsabilidad? Según señaló Malamud, en Argentina se da lo que se conoce en el mundo de la ciencia política como “voto económico”. Es decir, que el electorado argentino “premia a los gobiernos cuando crece la economía y los castiga cuando no avanza”. Esta lógica, indicó, es “razonable” en países desarrollados cuyos gobiernos sí son responsables de cómo progresa la economía, pero no para países del sur de América, como Argentina, cuya situación económica depende casi exclusivamente de factores externos.
“Nuestra economía depende de dos factores: el precio de las commodities y la tasa de interés internacional. El precio de las commodities lo decide, sobre todo, el presidente chino, mientras que las tasas de interés internacional las decide la Fed (la Reserva Federal -Fed- de Estados Unidos)”, explicó.
“Pero -siguió- nosotros no votamos si China crece o no y tampoco votamos la tasa que decide la Fed. Votamos a nuestro gobierno. Significa, entonces, que vamos a votar a nuestro gobierno cuando las commodities estén altas y las tasas bajas, independientemente si fueran buenos o malos. Y vamos a votar en contra, cuando pase lo contrario”.
Tres opciones, dos soluciones
Si bien aseguró que la “salida” de esta situación no era “fácil”, Malamud se basó en la postulación del “trilema de la globalización” de Dani Rodrik, catedrático de Economía Política Internacional de la Universidad de Harvard, para encontrar -o al menos intentar encontrar- una solución.
“Un trilema es un problema que tiene tres soluciones, ninguna es completamente satisfactoria y no podemos elegir las tres, hay que solo optar por dos. El trilema de la globalización, dice Rodrik, es que no podemos tener al mismo tiempo Estado soberano, democracia e hiperglobalización. Es decir, si un país se integra a la (hiper)globalización pierde o soberanía o democracia”, señaló.
A modo de ejemplo, el politólogo se valió de la experiencia de la Unión Europea. “Alemania es un país próspero y poderoso. Francia también. Ninguno tiene moneda nacional, tienen juntos una moneda regional: el euro. Que, además, abarca otros 19 países. Ninguno puede firmar un tratado de libre comercio, lo firma en cambio la Unión Europea. Ninguno decide si hace control fronterizo. Piden documentos o pasaportes”.
“Estos países resignaron soberanía. El peso de la moneda de Francia se decide en Frankfurt. El valor de la moneda española, también”, señaló e inmediatamente aclaró: “En realidad no perdieron soberanía, la comparten. Cada uno tiene un miembro en el board del Banco Central Europeo, que votan y queda lo que decidió Alemania”, ironizó.
El ejemplo cuando un país pierde democracia, o mejor dicho, poder popular, tuvo su eje en el proceso de convertibilidad de la moneda, como ocurrió en Argentina y desencadenó en la crisis económica del 2001. “Nos globalizamos a través de decisiones del Estado, pero perdiendo la capacidad de decidir, es decir, nuestro poder por medio de los órganos representativos”, señaló.
Así las cosas, y basándose en las propias conclusiones de Rodrik, para Malamud la solución no está en desglobalizar sino en “limitar la hiperglobalización”.
Cambiemos y su relación con el mundo
“¿Qué es lo que pretendió hacer Cambiemos? Hiperglobalizarse, porque Argentina ‘estaba descarriada’ y debía volver al mundo, un mundo ‘bueno y estable’. Bueno, fueron descubriendo que el mundo no era tan bueno y, sobre todo, no era tan estable”, señaló.
Y agregó: “Y Argentina, para bien o para mal, no está descarriada, es así desde hace mucho tiempo. Puede gustarnos o no, pero Argentina no se perdió por el kirchnerismo. En realidad, la etapa rara de la Argentina fue con el menemismo”.
En este sentido, y ante un panorama que describe como las consecuencias de la hiperglobalización, Malamud aseguró que Macri tomó una decisión, la impuesta por el mundo, y fue la de no perder soberanía.
“Cuando ahora el gobierno recupera las retenciones, el presidente dice que es un impuesto ‘malo’, ‘malísimo’, pero lo aplica. Está recogiendo el problema de la hiperglobalización. Está tomando una decisión que considera que es desacertada, errónea, mala, y sin embargo no tomarla es peor. Es el mundo que nos impone sus realidades. Es el mundo obligándonos a ser soberanos, a crear un impuesto que nos desglobaliza, que restringe o por lo menos limitan las exportaciones”.